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LA PRIVATIZACIÓN DE TIERRAS EN EL SALVADOR DURANTE EL SIGLO XIX


La privatización de la tierra fue un proceso de adaptación de la economía salvadoreña como respuesta a la transformación del mercado internacional, donde a través de las reformas liberales se generó un transición en la concentración de producción del añil al café, suceso que desenlaza una cambio en los recursos de producción agrícola, en este caso, la tierra; sin embargo, las causas de dicha reforma y el papel que jugó en el país varían de acuerdo a la interpretaciones socio-históricas con que se analiza la temática, antes de abordarlas, es importante conocer el contexto político y social en el que se produce esta transición.

Antes de la independencia, las instituciones coloniales se habían encargado de dirimir sus desacuerdos con la tradición indígena, al desaparecer las autoridades españolas los conflictos entre las clases antagónicas estallaron. En esta escena nos encontramos a los liberales, los conservadores y la población indígena. Los conservadores querían mantener las mismas autoridades y en la medida de lo posible, el mismo sistema; los liberales querían cambiar la forma de gobierno. Por otro lado, nos encontramos con la antigua tradición que se encontró amenazada por los nuevos idearios liberales inspirados por el economista Adam Smith y la ilustración.

“Los liberales apoyaban la liberación del comercio, la separación entre iglesia y estado, la abolición de privilegios y el régimen federal. Los conservadores se identificaban con mayores restricciones al comercio, el mantenimiento de estrechos vínculos entre el estado y las autoridades eclesiásticas y la vigencia de las instituciones antiguas… Las diferencias cambiaron a través del tiempo…” (Ministerio de Educación, 1994)

Desde de la instauración de la República las ansias por liberar las tierras e introducir reformas radicales era evidente. El líder independentista Juan Manuel Rodríguez en 1824 decía: “las tierras están mal repartidas…los indígenas poseen la mayor parte… e impiden que cultiven las demás tribus… la ley de igualdad debe abolir todo derecho particular…”[1].  También Mariano Prado, quien introdujo el sistema de jurado y un nuevo impuesto para los ciudadanos, lo cual puso en gran desventaja a la población. En la colonia había cargas para los indios, el tributo y repartimiento de trabajo, por tanto verían con recelo cualquier impuesto que se asemejara al tributo. La vagancia era delito, y se obligaba a trabajar en obras públicas. Igualmente se eliminaron las restricciones al comercio, rebajando los impuestos de exportación e importación.  El descontento causado desató sublevaciones y rebeliones, entre ellas la famosa rebelión de los nonualcos liderada por Anastasio Aquino; aunque también se terminó con el monopolio de los comerciantes guatemaltecos y sus socios en Cádiz, y se comenzó con el desarrollo de modernización en el país en materia industrial.

En este periodo nos encontramos con la figura de Rafael Carrera, un caudillo conservador de Guatemala quién llego al poder por ensañarse en contra de los excesos de los liberales con ayuda de la iglesia y los indígenas.  “Las rebeliones indígenas eran aprovechas por los conservadores en función de sus objetivos políticos, los indígenas no temían tanto a los conservadores como a los liberales” (Fuentes, 2002).  El poder de los conservadores en la vecina Guatemala, más las rebeliones indígenas y la existencia de abundante tierra inculta que prevalecía, alejaban a los terratenientes del acaparamiento de tierras. Así, entre 1840 a 1871 se dan diferentes cambios de gobierno entre los conservadores y liberales.

Es en el  gobierno de Gerardo Barrios en 1858 donde se implementan las primeras reformas liberales en materia de extracción de tierras ejidales y comunales, luego,  surge la figura de Francisco Dueñas, quien reemplaza a Barrios en 1863. Dueñas era un conservador que respetaba a la iglesia católica y a la institución indígena, pero “no reimplanto la legislación que dotaba de ejidos a los pueblos…  y traspaso las propiedades capellanías al estado” (Fuentes, 2002), es en su gobierno donde las exportaciones y la producción de cultivo de café aumentan. Esto nos lleva a la conclusión de que cuando los conservadores gobiernan en este punto, la elite salvadoreña era ya en su mayoría liberal. En 1871 Dueñas cae por los liberales, y éstos toman el poder en Guatemala. “Este cambio de gobierno fue el más importante, porque tanto Justo Rufino Barrios (Suegro de Gerardo Barrios),  como Santiago González representaban los intereses de los productores del artículo de exportación que había tomado auge en esos años: el café.” (Ministerio de Educación, 1994).

Fue en 1855 que los primeros sacos de grano de café se exportaron y 20 años más tarde el valor de las exportaciones de café superaba al  añil. Las razones  que impulsaron continuar con la expansión y producción del café se debió a los bajos costos de transporte, la mejora del clima para las inversiones, el alza de los precios del café, ya que cuando aumentaba la demanda lo hacia el precio, y no podemos olvidar los incentivos del gobierno.

Con los liberales al cargo,  los indígenas vuelven a levantarse  pero la causa era perdida, los liberales se había fortalecido, y los indígenas ya no contaban con el apoyo de los conservadores, quienes ahora se habían adaptado al cambio político. “El fin del gobierno conservador en Guatemala eliminó el obstáculo principal para montar ataque a las formas comunales de tenencia de tierra” (Fuentes, 2002, pág. 227)

En 1878 el alcalde de Mejicanos propuso la distribución de plantas comerciales, en las que “aquellos que dedicaran al menos una cuarta parte de sus ejidos al cultivo de productos recibirían títulos de esas tierras” (Fuentes, 2002). Esta idea fue aplaudida por las demás gobernaciones y finalmente en 1879 se firmo un decreto en que se trasladaba al ámbito nacional el ejemplo del gobernador.  Así,  las puertas se abrían  a la privatización de las tierras comunales y ejidales, hasta que finalmente en 1881 y 1882 con el gobierno del liberal Rafael Zaldívar se establecen las leyes promulgadas que abolieron las tierras comunales y ejidales. Una de estas fue la Ley de Extinción de Comunidades promulgada el 23 de febrero de 1881 en el Diario Oficial. Entre sus considerandos esta ley establecía: “Que la indivisión de los terrenos poseídos por comunidades impide el desarrollo de la Agricultura, entorpece la circulación de la riqueza y debilita los lazos de la familia y la independencia del individuo…Que no obstante aún se conserva el pésimo sistema de bienes comunales administrados por corporaciones que tienen personalidad jurídica;…Que tal estado de cosas debe cesar cuanto antes como contrarios a los principios económicos, políticos y sociales que la República ha aceptado.

Según interpretación de David Browning existía una brecha entre las concepciones que manejaba la clase indígena y la clase liberal. Los indígenas no visualizaban con gran esplendor  la idea de la agricultura comercial, puesto que estaban acostumbrados a utilizar sus tierras para la producción de cultivos de subsistencia, a diferencia de los liberales quienes veían la agricultura comercial como un medio muchísimo más rentable y próspero en materia económica y social. La élite salvadoreña se encontraba con dos dificultades: la excesiva dependencia en la producción añilera, la cual se resuelve por una nueva dependencia, el café,  y la otra dificultad en materia de los títulos de propiedad de la tierra en donde persistía gran confusión, que tiene como solución la desposesión  de comunidades indígenas de sus tierras.  Browning sugiere que el factor que impulso a la elite a buscar cambios en la tenencia de la tierra fue la introducción del café. Y nos dice que el ritmo de expansión acelerado del café dio paso a una adaptación con bastedad de conflictos, a diferencia de la expansión del añil que fue con un ritmo más pausado. No solamente  se diferencian en su introducción, sino en su método de cultivo, demanda de mano de obra y la solicitada ubicación geográfica. El café dificultaba el proceso de expansión en todas sus características. También afirma que el rápido desarrollo de la infraestructura de transporte contribuyó al rápido crecimiento de la producción cafetalera.  Recordemos que entre 1859 y 1863, Gerardo Barrios transfirió tierras del dominio público al sector privado bajo la única condición de que se utilizaran para producir café.

También tenemos la interpretación de Rafael Menjivar, que explica sobre todo el papel fundamental que tiene esta transformación del recurso de la tierra en el desarrollo del capitalismo en el país. Las tierras ejidales y comunales pasarían a integrar la parte constante de capital. Además afirma que lo importante es que al mismo tiempo que la elite se apropiaba de tierras, se liberaba mano de obra para trabajar en las fincas de café.  Héctor Lindo- Fuentes por otro lado destaca que todo el proceso está relacionado con el contexto político, social y económico, y que aun considerando las diferencias culturales, en realidad no todos los indígenas era un obstáculo para las llamadas reformas liberales. De hecho, muchos de ellos fueron participes y se beneficiaron, pero no podemos olvidar que en el momento decisivo sus valores culturales fueron vistos como una amenaza al progreso.

Es importante también rescatar cual era la orientación social y económica que se quería dar al país a través de las reformas liberales. Aunque existió un fuerte interés por parte de los cafetaleros por acaparar mayor cantidad de tierra posible, es posible que existieran precursores que confiaban que las reformas darían paso a un “sistema más moderno y eficiente que condujera a una paulatina civilización”  (Bernal, 2007) tanto a los nuevos usuarios como los antiguos, pertenecientes a la tradición. Y es que al convertirse las tierras comunales y ejidales en elementos del pasado, los liberales afirmaban que con las nuevas reformas todos ejercían la misma posibilidad de oportunidades para poder desarrollarse social y económicamente. “De allí en adelante, sería la capacidad individual y el trabajo los elementos que propiciarían el avance o el estancamiento del individuo” (Bernal, 2007). Existió una confianza plena ante la meritocracia prometida por el nuevo orden; aunque actualmente pensemos que muchas de las clases desposeídas de sus tierras ya estaban colocadas en desventaja inmediata respecto a la clase más privilegiada. 

La clase popular indígena realmente no contó con una ideología liberadora en las instituciones, que representaran sus intereses y que reflejara su visión como sector oprimido durante la época republicana. Si en el periodo de transición hacia el nuevo orden hubiera existido mayor representación de las clases populares y el cambio hubiera sido mucho más pausado como lo explica Browning, tal vez los conflictos y las desventajas respeto a las reformas entre las clases imperantes hubieran disminuido; sin embargo desde mi interpretación personal, creo que aunque haya sido pausada o no la reforma, las clases populares, y no solo las indígenas, ya se encontraban en una posición de desventaja e inferioridad que hasta el día de hoy sigue vigente. No solo porque no poseían gran influencia en el gobierno y las instituciones, sino porque habían sido desposeídas no solo de sus tierras, sino de sus visiones, cultura y costumbres, y tampoco posean los recursos y el conocimiento para emprender en la caficultura.

En conclusión, las privatización de las tierras ejidales y comunales está inevitablemente asociado a la producción y extensión del café como nuevo producto agrícola, ya que la dependencia del añil estaría afectada por la aparición de los nuevos colorantes sintéticos y con ello la paulatina caída de sus precios. Igualmente, la disminución de aranceles y los costos de trasporte, más el ejemplo de grandes países comerciantes como Estados Unidos, y el enfrascamiento en el mundo de las nuevas ideas liberales provenientes de Europa. Por otro lado pudimos darnos cuenta como las reformas en materia económica, se influenciaba de manera recíproca con el contexto social y político, y como los hechos hicieron del desarrollo histórico una ruptura del orden establecido. La eliminación de las tierras comunales obligó a que la mayoría de personas de las comunidades indígenas para poder sobrevivir vendieran su fuerza de trabajo, convirtiéndose la mayoría en proletarios agrícolas o campesinos pobres. Además, llevó a una concentración de la propiedad de la tierra en manos de los productores de café que luego se consolidarían como la clase dominante: la oligarquía cafetalera, lo que dio paso a un aumento en las desigualdades en la sociedad salvadoreña, la brecha entre los cafetaleros exitosos y el resto de la población era mucho mayor, pero no podemos olvidar que este cambio ayudó al desarrollo de modernización del país en diferentes instituciones.  Este proceso de transformación  que se vivió durante el siglo XIX tuvo ventajas y desventajas en todos los ámbitos del país, muchas que en la actualidad continúan.

Elena Pacas 

Bibliografía


Bernal, C. G. (2007). Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876 - 1932. San Salvador: Universidad de El Salvador.
Fuentes, H. L. (2002). La economía de El Salvador en el siglo XIX. San Salvador: CONCULTURA.
Ministerio de Educación. (1994). Historia de El Salvador: Tomo I. Ciudad de México: Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos.





[1] Seminario Político Mercantil de San Salvador , 18 se Septiembre de 1824

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