El historicismo afirma que para comprender la naturaleza humana es necesario conocer la experiencia vital de lo que el hombre es en la actualidad en concordancia con lo que el hombre ha sido y eso solo puede ser explicado por la historia, buscando en ella las objetivaciones a través de las cuales el “espíritu” humano se ha expresado a lo largo del tiempo. Por ejemplo: sus constituciones, instituciones, tipos de organización, cultura, entre otros. Esto significa que conciben los fenómenos humanos como un producto de un devenir irreversible dado por el mismo accionar humano; se trata de una inclinación como afirma Colomer hacia una postura de “autognosis histórica” (Colomer, pág. 341). De modo que la historia se constituye como un sinónimo de la vida humana, porque la historia es concebida como el curso del accionar vital humano en el tiempo, y todo lo que la vida del hombre es, nos remite de inmediato a su dimensión histórica, la cual abarca la totalidad de los fenómenos que constituyen la experiencia humana vital.
De acuerdo con Antiseri la escuela histórica
presenta las siguientes características comunes: A diferencia de Hegel, para
los historicistas la historia no consiste en la realización del desarrollo de
un espíritu infinito, es decir, que no es un fenómeno impulsado por una
teleología trascendente, la evolución de un espíritu o un plan providencial,
sino que es la consecuencia del accionar humano cuya teleología es inmanente a
sí. También, rechazan la reducción que hace el positivismo de los hechos humanos
hacia la metodología de las ciencias naturales, pero si rescatan la importancia
de la evidencia empírica. Además, con Dilthey el historicismo extiende el
neocriticismo kantiano al ámbito de las ciencias humanísticas, pues insiste que
el sujeto no es únicamente el sujeto trascendental con sus funciones
puramente epistemológicas a priori, sino los hombres concretos históricos
condicionados por el contexto temporal, viendo en ellos un carácter holista que
abarca su experiencia vital, y por ello, retomando su carácter volátil,
emocional, e intelectual.
Es por eso que toda fundamentación epistemológica
redice en la experiencia vital, el fundamento para todo lo que existe es
precisamente la experiencia; si el hombre es histórico, si su experiencia vital
es histórica, también lo son sus manifestaciones y dentro de ellas, su facultad
racional, de modo que el pensamiento no es una realidad incondicionada, sino
que todo saber y todo conocimiento se encuentran bajo las condiciones generales
de la experiencia, la cual es irreductible a puro pensamiento. “El pensamiento
humano no es una realidad separada de la vida, sino que aparece en el mismo
proceso vital” (Fernández Labastida, 2009), entonces para fundamentar el
conocimiento resultará necesario remontarse a la vida; y el contenido de la
vida es precisamente el fundamento último del conocimiento, más allá del cual
no es posible ir, por ello, toda construcción epistemológica descansa nada más
que en la experiencia. Es por eso que Dilthey piensa que, sí queremos
fundamentar correctamente el conocimiento humano, es necesario tener en cuenta
la entera experiencia del hombre, tal y como ésta se manifiesta en la
conciencia. “Las representaciones del intelecto, los conceptos y abstracciones
son únicamente un tipo de hechos de la conciencia” (Fernández Labastida,
2009). Por eso, cuando Dilthey habla de los contenidos de la conciencia, no los
reduce al ámbito del intelecto, sino que éstos abarcan también la actividad
voluntaria y los estados afectivos
De ahí resulta fundamental la distinción de
historia y naturaleza, ambos poseen caracteres que se distinguen de manera
esencial, y de ahí surgirían dos modos de conocer fundamentales para del
historicismo, donde existe una explicación causal (erkláren) como el
instrumento del conocimiento natural, y un comprender (Verstehen) como la
herramienta propia del conocimiento histórico.
En Dilthey las ciencias del espíritu son las que
focalizan su mirada en torno a la vida histórica- social humana desde su
exterioridad hacia su interioridad. A diferencia de las ciencias de
la naturaleza, las ciencias del espíritu giran en torno a un fenómeno que posee
una conexión intrínseca con el sujeto de estudio, pues éste se encuentra
entretejido con el mundo humano vital que se ha de estudiar. “El mundo de las
relaciones entre los individuos, mundo del cual los hombres poseen una
conciencia inmediata.” (Antiseri G. R., 1988, pág. 407)
El mundo humano es interno porque es la propia
vida, se llega a ella a través de la observación interna, que es la experiencia
vivida y éste mundo propio “se configura a través de sus relaciones en sistemas
de cultura, organización económica, instituciones… con una existencia
histórica” (Antiseri G. R., 1988, pág. 406), es decir que se expresa a
través de estás objetividades. El método del que se vale se trata de una
comprensión (Verstehen) de la vivencia (Erlbenisse) humana. “No
es sino el camino para llegar a la vida” (Colomer, pág. 343). Por ello
para Dilthey la validez de las ciencias humanas se fundamentan en el hecho de
que la comprensión de la interioridad (revivir) que implica es un reencuentro
del yo con su propia naturaleza y en la interconexión de todos sus contenidos
históricamente condicionados.
Es por eso que toda
fundamentación epistemológica redice en la experiencia vital, el fundamento
para todo lo que existe es precisamente la experiencia; si el hombre es
histórico, si su experiencia vital es histórica, también lo son sus
manifestaciones y dentro de ellas, su facultad racional, de modo que el pensamiento
no es una realidad incondicionada, sino que todo saber y todo conocimiento se
encuentran bajo las condiciones generales de la experiencia, la cual es
irreductible a puro pensamiento. “El pensamiento humano no es una realidad
separada de la vida, sino que aparece en el mismo proceso vital” (Fernández
Labastida, 2009), entonces para fundamentar
el conocimiento resultará necesario remontarse a la vida; y el contenido de la
vida es precisamente el fundamento último del conocimiento, más allá del cual
no es posible ir, por ello, toda construcción epistemológica descansa nada más
que en la experiencia. Es por eso que Dilthey piensa que, sí queremos
fundamentar correctamente el conocimiento humano, es necesario tener en cuenta
la entera experiencia del hombre, tal y como ésta se manifiesta en la
conciencia. “Las representaciones del intelecto, los conceptos y abstracciones
son únicamente un tipo de hechos de la conciencia” (Fernández
Labastida, 2009). Por eso, cuando Dilthey
habla de los contenidos de la conciencia, no los reduce al ámbito del
intelecto, sino que éstos abarcan también la actividad voluntaria y los estados
afectivos
Tratar a los hechos históricos como meros fenómenos externos ocultaría la conexión intrínseca que posee con el contexto de la vida del sujeto de estudio, eso limitaría la comprensión de la interioridad de las manifestaciones históricas. También se buscaría en ellos meras objetivaciones, tal como los hechos de la naturaleza externa, como un fenómeno regido por leyes que se pueden absolutizar, y no así las individualizaciones que los caracterizan, es decir, no las manifestaciones internas que diferencian a un contexto histórico de otro. No se puede buscar en la historia una naturaleza determinista, se trata de comprender lo que el hombre es en conexión con lo que el hombre ha sido, a través de una re vivencia y comprensión de su interioridad, pues el hombre se ha expresado a lo largo de la historia a través de objetivaciones que lo definen. A lo largo de la historia el hombre ha creado objetivaciones como instituciones, organizaciones económicas, etc, y desde una visión positivista sería imposible comprender que en estas manifestaciones existe una esencialidad interna humana histórica que se está expresando y que posee una relación intrínseca con el sujeto de estudio, y esa interioridad es precisamente la cual busca la comprensión en las ciencias humanas.
En
Dilthey las ciencias del espíritu son las que focalizan su mirada en torno a la
vida histórica- social humana desde su exterioridad hacia su
interioridad. A diferencia de las ciencias de la naturaleza, las
ciencias del espíritu giran en torno a un fenómeno que posee una conexión
intrínseca con el sujeto de estudio, pues éste se encuentra entretejido con el
mundo humano vital que se ha de estudiar. “El mundo de las relaciones entre los
individuos, mundo del cual los hombres poseen una conciencia
inmediata.” (Antiseri G. R., 1988, pág. 407) El mundo humano es
interno porque es la propia vida, se llega a ella a través de la observación
interna, que es la experiencia vivida y éste mundo propio “se configura a
través de sus relaciones en sistemas de cultura, organización económica,
instituciones… con una existencia histórica” (Antiseri G. R., 1988, pág.
406), es decir que se expresa a través de estás objetividades. El método del
que se vale se trata de una comprensión (Verstehen) de la vivencia (Erlbenisse)
humana. “No es sino el camino para llegar a la vida” (Colomer, pág. 343).
Por ello para Dilthey la validez de las ciencias humanas se fundamenta en el
hecho de que la comprensión de la interioridad (revivir) que implica es un
reencuentro del yo con su propia naturaleza y en la interconexión de todos sus
contenidos históricamente condicionados.
Escrito
por: María Elena Pacas
San
Salvador, Universidad de El Salvador, año 2019
Bibliografía
Antiseri, G. R. (1988). Capítuclo XIX:
Edmund Husserl y el movimiento fenomenológico . En Historia del pensamiento
filosófico y cientifico III: Del romanticismo hasta hoy (págs. 493-504).
Barcelona: Herder.
Antiseri, G. R. (1988). Capítulo XIV El
Historicismo Alemán: Dilthey. En G. R. Antiseri, Historia del pensamiento
filosófico y cientifico III: Del romanticismo hasta hoy (págs. 404- 416).
Barcelona: Herder.
Bolio, A. P. (Diciembre de 2012).
Husserl y la fenomenología trascendental: Perspectivas del sujeto en las
ciencias del siglo XX. (65), 20-29. Ciudad de México: REencuentro.
Análisis de Problemas Universitarios.
Colomer, E. (s.f.). Dilthey. En Capítulo
Quinto: El Pensamiento de Kant a Heidegger (págs. 335 - 354).
Crespo Sesmero, M. (2011). (F. a.
Fernández Labastida, Ed.) Obtenido de Philosophica: Enciclopedia filosófica on
line: http://www.philosophica.info/archivo/2011/voces/husserl/Husserl.html
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